El arte de resucitar animales




Pocas personas se atreverían a tener un caballo en la mitad de su sala. Sin embargo éste es el caso de don Luis Guinard, uno de los taxidermistas más famosos de Suramérica. El ejemplar en mención se llama Contrapunto y murió un año atrás. En ese momento su dueño llamó a don Luis y a su hijo Mario, pues quería que éstos le disecaran el animal para guardar el recuerdo inmortal de un ejemplar que no solo fué campeón en Colombia, sino también en Puerto Rico, Venezuela y Estados Unidos.
El trabajo duró un año. El primer paso fué retirarle cuidadosamente la piel al cadáver, y tomar las medidas con la mayor exactitud posible. Posteriormente se curtió la piel con un curtiembre elástico para dar la flexibilidad, se desbastó retirando adherencias y carne hasta dejarla muy delgada, se neutralizó para que los químicos no siguieran obrando y no se rasgara con el tiempo, se lavó y “envenenó” para que no la atacara las polillas y se engrasó para darle suavidad y brillo.
En este punto del proceso don Luis comenzó a moldear la escultura en arcilla, basado en las medidas tomadas, fotografías y conocimientos de plástica y anatomía. Fué necesario medirle la piel a la escultura cinco veces, porque siempre existía alguna imperfección. Una vez cazó la piel perfectamente sobre la estructura de arcilla, se elaboró el molde en yeso y se creó la escultura final en plástico. El último paso fue montar la piel, pegar y coserla por debajo del animal, en las partes menos visibles.
Por: Sandra Albornoz
FOTO: CESAR YELÁ

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